Todo empezó con un sándwich de helado de Astronauta hace 10 años en un viaje escolar. Estaba en un museo del espacio y ese fue el primer producto liofilizado que probé. La experiencia al comerlo era algo inexplicable. En mi mente de 14 años no entendía como un helado podía estar a temperatura ambiente sin derretirse. A la hora de probarlo, el sándwich era ligero, seco, y al morderlo, sentía como se rehidrataba al disolverse en mi boca. Esa experiencia quedó marcada en mi vida, al ser algo tan divertido y diferente. 

Años pasaron, y conocí más a fondo el proceso de liofilizado, gracias a mi pasión por la repostería. 

Me dí cuenta de las tantas funciones de los liofilizados, y decidí abrir KiPA, buscando innovar y crear experiencias memorables en las demás personas, como ese sándwich de helado dejó en mí.